Santa Rosa 1165, esquina Av.
Matta. Tras la estrecha puerta de madera se asoma Aru, una vivaz niña de 6
años. A su lado está la Flavia, la Josefa, la Mariana, el Brian, la Katherine,
el Brandon, hasta la Kayra, de tan sólo dos años. Nos esperan ansiosos y
ansiosas: “Tía, ¿y este recorte me sirve pa’ hacer el libro?” Mientras cortamos
imágenes para hacer el collage de la tapa del libro sabemos que no les gusta ir
al colegio. Nos cuentan sobre sus notas, los ramos que más les gusta y los que
más les carga. Hace justo un año que viven en esa casa. Son ocho familias
quienes a través del trabajo cooperativo de ayuda mutua y autogestión
levantaron la casona y la hicieron habitable. Cansados de esperar una respuesta
del Estado que nunca llega, y conscientes de SU DERECHO de vivir en Santiago,
en el centro de una ciudad que habitan desde la cotidianidad de un barrio
solidario y organizado. Derecho que trasciende la expropiación implícita de los
elevados precios que cobran las grandes
inmobiliarias.
Ordenamos y limpiamos la
escuelita, una sala con libros aún polvorientos, sillas y un par de mesas que
les sirve para estudiar –o jugar. Mientras la Mariana se nos arranca para ver
el último video de la Anita Tijoux, en donde salen el Brian y la Kayra. Es una
mañana de sábado en el MPL (Movimiento de Pobladores en Lucha), donde llegamos
nosotros, Benicia Cartonera, a hablarles de los libros, de los cuentos, de que
existe una realidad que nuestra palabra crea, una conciencia histórica de lucha
y autogestión cultural que florece, para quien quiera escribir, leer, jugar… y
construir educación popular… ahora!
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